Con esta pequeña escena, cotidiana en mi día a día y que no tiene porque ser común a cualquier otro dibujante, inicio una pequeña serie de autoparodias donde mi alter ego de papel sufrirá en carne propia todos mis miedos y frustraciones relacionados con el peligroso mundo del dibujante. También, por qué no, alguna que otra alegría. Se irá viendo con el transcurso del tiempo.
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